Cinco años en Galicia: Mi viaje con Quirinux

La mañana es fresca y luminosa. Son las 8 AM y ya estoy en mi espacio de trabajo, rodeado de hardware, desarrollando la nueva versión de Quirinux.

 

Quirinux se convirtió, con los años, en mi proyecto de vida. Comencé a desarrollarlo en mi tierra natal, Buenos Aires, Argentina. Corría el 2017, y faltaba apenas un año para que yo terminara de cursar la carrera de Realizador de Cine Animado en IDAC. Presenté una versión piloto en el Festival Latinoamericano de Instalación de Software Libre, en el Teatro San Martín, en Buenos Aires y en el Club de Software Libre, en una de las reuniones tan lindas que organizaban en La Casa de Cultura y Oficios Miguel Bru. Ahí conocí a Rikylinux, un militante de la cultura libre con quien mantengo conversaciones muy amenas hasta el día de hoy.

A mediados de 2019, mi esposa y yo nos mudamos a Santiago de Compostela, la ciudad capital de Galicia, en España. Ella venía a hacer un máster, y la idea inicial era quedarnos solo un año. Pero, como muchos otros, nos vimos atrapados por la pandemia, y nuestros planes cambiaron.

Al principio, vivíamos en un bajo, donde atravesamos toda la pandemia del COVID con poca luz y mucho frío. Fueron días duros, no solo por la incertidumbre y el aislamiento, sino también por estar lejos de Buenos Aires y de nuestros seres queridos. Perder a mis abuelos, mi tío e incluso a algunas amistads a la distancia fueron momentos difíciles de procesar en plena cuarentena y en otro país. Busqué trabajo y encontré una oportunidad como técnico de soporte Linux en Dinahosting, donde aprendí mucho acerca de como funcionan los servidores de internet.

Pasó el primer año y gracias a la recomendación de una amiga, encontramos un piso de alquiler más bonito, amplio y luminoso, casi ático. Mi esposa terminó el máster, empezó un doctorado, y mi también me dieron ganas de estudiar. Mientras que en Argentina yo ya era abogado, animador y técnico de sonido, en España sólo era Bachiller. La cuarentena había terminado, Quirinux seguía en mi mente y con el cambio de escenario comencé a sentirme más motivado, así que me metí en un FP (Formación Profesional) para Tecnico Superior en Desarrollo de Aplicaciones web. Los FP son tecnicaturas cortas, de 2 años, parecidas a los terciarios en Argentina. Por dos asignaturas (materias) no lo terminé (aún), aunque me sirvió para conseguir pasé un lindo empleo en AVA Soluciones Tecnológicas, una empresa que está en Teo, ciudad vecina. Ahí adquirí una experiencia muy variada y valiosa, que alternaba con algunos trabajitos extra que me salían como técnico de sonido o profesor en lugares como el Estudio Garaxeland o el auditorio del Bar As Crechas en la zona vieja de Santiago. Por esos días también cubrí algunos eventos para Rockgalicia.com, portal para el cual redacté algunas crónicas y reseñas.

Luego de casi tres años en AVA, decidí apostar de lleno por Quirinux y algunos proyectos personales relacionados. Dejar atrás la seguridad de un contrato indefinido no fue fácil, pero fue un paso necesario para fundar Crealib. O más bien, para sentar las bases de algo que va a ir creciendo. Se trata de mi estudio-taller, un sitio pequeño aunque cálido y luminoso, cuando hay sol, claro, porque en Santiago casi siempre llueve. Aquí tengo mi escritorio, mi tablero de dibujo, mi mesa para stop-motion, una impresora 3D y ¡mi propio servidor!. Montar todo esto fue posible gracias al apoyo incondicional y la colaboración de mi esposa, Noe Gerbaudo, quien -entre otras tantas virtudes- es buena con los números, tiene un gran gusto para elegir muebles y un sentido del orden que yo no tengo. 

Estas líneas las estoy escribiendo desde mi vieja y querida notebook Fujitsu de 2013 que me acompaña a todas partes. Estoy rodeado de memorias RAM, ordenadores antiguos y modernos, impresoras, pendrives, escáneres y otros cacharros de hardware. Infaltable, el mate. A mi alrededor, además, hay resmas de papel, muñecos de stop motion, pinceles, acuarelas, témperas y algún instrumento musical. Aquí es donde realizo la mayor parte de mi trabajo, es decir que este es lugar donde desarrollo Quirinux, grabo mi música y hago mis películas animadas.

Intento trabajar de día, aunque a veces aprovecho alguna noche de insomnio para corregir código. Suelo dejarme anotadas tareas para realizar por la mañana, en cuadernos y agendas, aunque también instalé en mi servidor un sistema de gestión de proyectos y documentación que se llama Redmine, en donde centralicé todo lo necesario para llevar adelante Quirinux y otros proyectos.

Los últimos cinco años aquí en Galicia, fueron una mezcla de desafíos, de logros, de días grises y momentos brillantes. Galicia, con su belleza melancólica, fue el escenario perfecto para esta etapa de mi vida en la que conocí gente con muy buena onda. Y cada día, mientras trabajo en Quirinux, siento que estoy construyendo no solo un software, sino un legado, algo así como una obra de arte, una huella.

Mirando hacia atrás, veo un camino lleno de aprendizajes y experiencias que me transformaron, y cuando miro hacia adelante tengo la certeza de que esto es algo que acaba de comenzar y que cada vez se va a poner mejor. Y aunque estoy en Galicia, al rededor de mundo, va sumándose gente que me acompaña en este viaje: el viaje de Quirinux. Me refiero a los amigos que me ayudan con el desarrollo: Javier Obregón en Misiones, Argentina y Piero Proietti en Roma. Aquí en Galicia, además de mi esposa, Quirinux crece gracias a colaboradoras como Sela González (testing Mac) y Flor Cristobo en prensa. Se va formando de a poco una comunidad de usuarixs que incluye a animadorxs como Gustavo Deveze e Isabel Macías, siempre dispuestos a probar cada nueva versión que libero. A toda esa gente: ¡GRACIAS TOTALES!.

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